En el silencio del amanecer, mientras el sol pinta el cielo con violetas y naranjas, la sirena del Palacio de la Magdalena alza su caracola en un gesto antiguo y evocador. Esta escultura en bronce, conocida como “Sirena Varada” y obra del escultor Enrique Jolly, vigila la bahía con la misma fuerza y elegancia de las leyendas del Cantábrico.
Lo curioso es su origen: fue reproducida a partir del mascarón de proa de la nao Marigalante de Juan de la Cosa (el mismo barco en el que navegó Colón)
Según la tradición, la sirena no es una figura trágica, sino una aliada del mar. Al amanecer su canto resuena, advirtiendo a los barcos del peligro, cuidando a los navegantes que surcan esta costa llena de historia.
Desde la península, con el Palacio al fondo, la imagen adquiere una serenidad sobrecogedora. La marea golpea las rocas, el faro de Cabo Mayor parpadea a lo lejos, la sirena observa, con melena al viento, y nos recuerda la fuerza de Cantabria: leyenda, mar y belleza natural en perfecta armonía
